Traumas y acontecimientos estresantes

TRAUMAS

El trauma se considera un acontecimiento experimentado, atestiguado o confrontado por una persona que conlleva una amenaza o realidad de muerte o de lesiones graves, o una amenaza a la integridad física de uno mismo o de otros. La respuesta de la persona ante tal acontecimiento conlleva un intenso miedo, indefensión u horror. Es un estado de temor grave que experimentamos cuando nos vemos confrontados con un acontecimiento repentino, inesperado y potencialmente mortal sobre el que carecemos de control y ante el que somos incapaces de responder con efectividad, aunque nos esforcemos en ello.

Los recuerdos de acontecimientos relacionales pasados que la persona experimentó como altamente desagradables: humillaciones, desprecios, rechazos, etc., los cuales pueden quedar impresos y almacenados en su memoria tal y como se experienciaron en su momento, pueden provocar un malestar psicológico de difícil regulación.

Dichos recuerdos constituyen experiencias perceptuales intensas en las cuales las imágenes, las sensaciones físicas, los sonidos, los sabores y olores, las emociones, las cogniciones y el tacto de cualquier detalle relevante, se reexperiencian nuevamente en el momento presente con toda su carga vivencial e irrumpen en la conciencia provocando una reacción emocional disfuncional, dolorosa y de inaguantable tolerancia.

Lamentablemente, y debido a la alta vulnerabilidad y escaso desarrollo de madurez mental y emocional de la niñez, es aquí donde se imprimen estos potentes recuerdos derivados, no sólo de abusos físicos, sino también de abusos psicológicos en forma de desplantes, desprecios, nula atención a los sentimientos del niño/a y una carencia de afecto, los cuales provocan unas dolorosas heridas psicológicas que, tarde o temprano, tendrán que ser tratadas.

ACONTECIMIENTOS ESTRESANTES

Se consideran acontecimientos estresantes aquellos sucesos que las personas pueden experimentar a lo largo de sus vidas y que son evaluadas como amenazantes o que tienen un impacto negativo, diferenciándose entre acontecimientos vitales, molestias diarias o circunstancias crónicas de la vida. La severidad del acontecimiento, el impacto en la vida de las personas, la duración, la controlabilidad y la predictibilidad, así como los recursos internos de la persona para un afrontamiento adecuado son aspectos importantes a tener en consideración.

Los acontecimientos vitales mayores son aquellas situaciones que requieren que la persona haga ajustes o cambios considerables en su vida. Debido a que son difíciles de solucionar pueden prolongarse durante bastante tiempo. Pueden surgir de problemas familiares, personales o económicos. En ocasiones, pueden estar fuera del control de la persona. Con otros sucesos, en cambio, las personas sí tienen influencia o control sobre ellos. Cualquier cambio, sea positivo o negativo, puede tener un efecto estresante y requerir un reajuste.

Como síntesis, se expone un símil basado en la respuesta natural del cuerpo a las lesiones físicas. Ejemplo: cuando uno se corta en una mano, el cuerpo trabajará de forma natural para cerrar y sanar la herida. Si un objeto extraño bloquea la curación, la herida se infectará y causará dolor, por tanto, será necesario extirpar el objeto extraño para que el cuerpo siga su curso natural de recuperación. Lo mismo ocurre con los procesos mentales. El cerebro tiene una tendencia natural a procesar los acontecimientos estresantes, desagradables o traumáticos hacia un estado de salud mental (autocuración psicológica), pero si hay algo que lo bloquea o desequilibra, entonces se observarán respuestas desadaptativas y disfuncionales que habrá que reprocesar adecuadamente.