ANSIEDAD
La ansiedad es un sentimiento de miedo, temor e inquietud. Puede hacer que sude, se sienta inquieto y tenso, y tener palpitaciones. Puede ser una reacción normal al estrés. Por ejemplo, puede sentirse ansioso cuando se enfrenta a un problema difícil en el trabajo, antes de enfrentarse a un examen o antes de tomar una decisión importante. La ansiedad puede ayudar a afrontar una situación en un momento puntual, incluso, darle un impulso de energía o ayudarle a concentrarse, pero para las personas con trastornos de ansiedad el miedo es continuo, recurrente y abrumador.
Los trastornos de ansiedad son afecciones en las que la ansiedad no desaparece y puede empeorar con el tiempo. Los síntomas pueden interferir con las actividades diarias, como el desempeño en el trabajo, la escuela y las relaciones entre personas.
Para comprender la ansiedad, es importante clarificar bien el marco de referencia de una persona y sus posibles distorsiones cognitivas mediante sus pensamientos e imágenes. Una persona ansiosa presta atención selectiva a los estímulos que indican un posible peligro y se olvida de los estímulos que indican que no existe ningún peligro.
Existen varios tipos de trastornos de ansiedad, incluyendo:
Trastorno de ansiedad generalizada: las personas con este trastorno se preocupan de manera exacerbada y continuada por problemas comunes como la salud, el dinero, el trabajo, la familia, los hijos, etc.
Trastorno de pánico: las personas sufren de ataques de pánico, lo cuales son repentinos y pueden ser repetidos. Son momentos de miedo intenso sin haber un peligro aparente. Los ataques se producen rápidamente y pueden durar varios minutos.
Fobias: las personas con fobias tienen un miedo intenso a algo que representa poco o ningún peligro real. Su miedo puede ser por arañas, volar, ir a lugares concurridos o estar en situaciones sociales (conocida como ansiedad social).
No se conoce la causa de la ansiedad. Factores como la genética, la biología y química del cerebro, el estrés y su entorno pueden significar un factor fundamental.
Los factores de riesgo para los diferentes tipos de trastornos de ansiedad pueden variar. Por ejemplo, el trastorno de ansiedad generalizada y las fobias son más comunes en las mujeres, pero la ansiedad social afecta a hombres y mujeres por igual.
Existen algunos factores de riesgo generales para todos los tipos de trastornos de ansiedad, incluyendo: ciertos rasgos de personalidad, como ser tímido o retraído cuando está en situaciones nuevas o conoce personas nuevas. Eventos traumáticos en la primera infancia o la edad adulta. Antecedentes familiares de ansiedad u otros problemas mentales. Algunas afecciones de salud física, como problemas de tiroides o arritmia.
Los diferentes tipos de trastornos de ansiedad pueden tener síntomas diferentes. Pero todos muestran una combinación de: pensamientos o creencias ansiosos difíciles de controlar. Sentirse inquieto y tenso con interferencias en su vida diaria. No suelen desaparecen y pueden empeorar con el tiempo. Síntomas físicos, como latidos cardíacos fuertes o rápidos, dolores y molestias inexplicables, mareos y falta de aire. Cambios en el comportamiento, como evitar las actividades cotidianas que solía hacer.
Los principales tratamientos para los trastornos de ansiedad son psicoterapia, medicación o ambas. La terapia cognitiva conductual es un tipo de psicoterapia que a menudo se usa para tratar los trastornos de ansiedad. Enseña diferentes formas de pensar y comportarse. Puede ayudar a cambiar cómo se reacciona ante las cosas que causan miedo y angustia. Puede incluir terapia de exposición que se enfoca en confrontar los miedos para que se puedan hacer las cosas que se ha estado evitando.
Algunos medicamentos para tratar los trastornos de ansiedad pueden funcionar mejor para unos tipos específicos de trastornos de ansiedad que para otros. Es conveniente comunicarse bien con el profesional de la salud para identificar qué medicamento es mejor para cada persona. Es probable que se deba probar más de un medicamento antes de encontrar el correcto.
DEPRESIÓN
“Últimamente me siento triste y no tengo ganas de hacer nada. Me echo a llorar por cualquier cosa y todo me sienta mal. No comento mis preocupaciones porque creo que nadie puede entender lo que me pasa y eso hace que me sienta muy solo/a aunque esté rodeada de gente. Me considero una persona muy alegre, pero hace tiempo que tengo muchos pensamientos negativos, sobre mí y sobre mi futuro”.
“Me siento distraído, me falla mucho la memoria, tengo muchos despistes. No recuerdo detalles sencillos como dónde he dejado las llaves del coche o la lista de la compra. Me cuesta mucho concentrarme en el trabajo y tengo una sensación de cansancio permanente. Por las mañanas me cuesta salir de la cama, el día se me hace muy largo y tengo dificultad para relacionarme con los demás, incluso con mi esposa/o”.
“Llevo una racha muy mala, lo veo todo negro y sin salida. Tengo el ánimo muy bajo y la autoestima por los suelos. No veo solución a mi situación. He dejado de salir con los amigos y de hacer las cosas que me gustaban. Es como si mi vida no tuviera sentido. Ya no voy los domingos al campo con la familia ni veo el futbol en el bar con los amigos. No tengo planes de futuro ni proyectos que me ilusionen. Incluso he pensado que la vida ya no tiene sentido para mí y que no me importaría morirme”.
Los tres párrafos anteriores son representativos de pensamientos que pueden alertar sobre un problema depresivo.
Para considerar una depresión es conveniente tener presente que: el hecho de sentirse triste, de tener pensamientos negativos o tener dificultad para dormir no significa necesariamente que se sufra una depresión. Los momentos de tristeza, de duda o cuestionamiento forman parte de la vida. A lo largo de la vida y en relación con los acontecimientos que nos van sucediendo, las personas experimentamos una amplia gama de sentimientos, del más triste al más optimista. Dentro de esta variedad de emociones, la tristeza, el desánimo y la desesperación son experiencias humanas normales. Estas disminuciones en el estado de ánimo no deben confundirse con las que experimenta una persona deprimida.
La depresión es una enfermedad, como lo es la diabetes o una úlcera de estómago. Para hablar de depresión, y por lo tanto de enfermedad se requiere: que estos sentimientos se presenten de forma (casi) continua durante un período superior a dos semanas. Que causen un malestar importante en una o varias áreas de la vida diaria (dificultad o imposibilidad de levantarse, de ir a trabajar, salir a hacer las compras, etc.).
Cualquier persona puede padecer una depresión en algún momento de su vida. No obstante, existen algunas que tienen una mayor predisposición:
- Personas que han vivido un suceso estresante.
- Personas con estrés crónico (estrés continuo).
- Aquellas personas que han perdido un empleo o tienen dificultades para encontrarlo.
- Mujeres que experimentan cambios hormonales.
- Aquellas personas con historia familiar de depresión.
- Personas que han tenido una infancia difícil incluyendo las primeras experiencias de duelo.
- Mujeres embarazadas.
- Personas que sufren una determinada enfermedad física.
- Personas que tienen algún otro problema de salud mental.
- Aquellas personas con una enfermedad potencialmente mortal o con dolor crónico.
- Personas con algún desequilibrio químico.
- Personas que previamente han estado deprimidas.
- Carencias en la exposición a luz solar en invierno.
- Personas que tienen dificultades de adaptación tras desplazarse a un país extranjero (inmigrantes).
Los síntomas de la depresión afectan a:
- Conducta: Ataques de llanto, aislamiento de los demás, descuido de las responsabilidades, pérdida de interés por la apariencia, pérdida de la motivación.
- Emociones: Tristeza, ansiedad, culpabilidad, ira, cambios de humor, falta de emociones (embotamiento afectivo), sentimientos de desesperanza.
- Pensamientos: Autocrítica, sentimiento de culpa, preocupación, pesimismo, problemas de memoria, falta de concentración, dificultad para la toma de decisiones, confusión, pensamientos referentes a que otras personas le vean mal.
- Síntomas Físicos: Sensación de cansancio, falta de energía, dormir mucho o muy poco, comer en exceso o la pérdida de apetito, estreñimiento, pérdida o aumento de peso, ciclo menstrual irregular, pérdida de deseo sexual, dolores sin explicación aparente y un largo etcétera.
FOBIA SOCIAL
Es normal sentirse nervioso en algunas situaciones sociales. Por ejemplo, tener una cita o dar una presentación pueden causar esa sensación de tener mariposas en el estómago. Pero en el trastorno de ansiedad social, también llamado «fobia social», las interacciones de todos los días causan muchísima ansiedad, inseguridad y vergüenza por miedo al escrutinio o la opinión de los demás. En el trastorno de ansiedad social, el miedo y la ansiedad conducen a una abstención que puede alterar su vida. El estrés grave puede afectar tus relaciones, la rutina diaria, el trabajo, la escuela u otras actividades.
El temor que una persona puede experimentar ante la posibilidad de cometer un desliz o una incompetencia personal en un acto público o impersonal (con personas del sexo opuesto), puede ser tan intenso y doloroso, física y psicológicamente, que desencadene un mecanismo auto protector el cual se manifiesta restringiendo la movilidad, inhibiendo cualquier actuación (escribir, hablar, caminar, etc.) y provocando en el individuo una extrema inflexibilidad y precaución.
Cuando se experimenta ansiedad social, se activan mecanismos para inhibir la soltura, la espontaneidad y la naturalidad en toda una gran variedad de actividades de tipo social y relacional. Al parecer, un común denominador parece ser la posible revelación a otras personas de una debilidad, de una vulnerabilidad, de algún defecto, etc., sea real o ficticio, el cual puede provocar: desaprobación, rechazo, exclusión, devaluación, frustración, decepción y aislamiento.
Así pues, el malestar psicológico, el dolor emocional, el bajón de la autoestima, la amenaza a la identidad y una fortísima ansiedad, estarán presentes y dejaremos de obtener de la otra u otras personas: intimidad, aceptación, nutrición afectiva, ayuda, empatía, comprensión identificación y camaradería.
Síntomas
La timidez o incomodidad en ciertas situaciones no son necesariamente signos de trastorno de ansiedad social. El nivel de comodidad en las situaciones sociales varía y depende de los rasgos de la personalidad del individuo y de sus experiencias de vida. Algunas personas son reservadas por naturaleza y otras son más extrovertidas sin que ello implique ningún tipo de trastorno.
A diferencia de cualquier nerviosismo diario que se pueda tener, el trastorno de ansiedad social comprende miedo, ansiedad y evitación, que interfieren con la rutina diaria, el trabajo, la escuela u otras actividades. El trastorno de ansiedad social suele comenzar a principios o mediados de la adolescencia, aunque a veces puede empezar en niños más pequeños o en adultos.
Síntomas emocionales y conductuales
- Temor a situaciones donde podrías ser juzgado.
- Angustia por sentirte avergonzado o humillado.
- Temor intenso de interactuar o hablar con extraños.
- Temor a que los demás noten que estás ansioso.
- Temor a tener síntomas físicos que puedan causarte incomodidad, como sonrojarte, sudar, temblar o que te tiemble la voz.
- Dejar de hacer algunas actividades o dejar de hablar con ciertas personas por miedo a sentirte avergonzado.
- Evitar situaciones donde puedas ser el centro de atención.
- Tener ansiedad en los momentos previos a enfrentar una situación o actividad que te da miedo.
- Miedo intenso o ansiedad durante las situaciones sociales.
- Después de una situación social, analizar tu desempeño e identificar fallos en tus interacciones.
- Esperar las peores consecuencias posibles de una experiencia negativa en una situación social.
El trastorno de ansiedad social del tipo de desempeño se produce cuando se experimenta un miedo y una ansiedad intensos al hablar o actuar en público, pero no en otros tipos de situaciones sociales más generales.
Síntomas físicos
- Enrojecimiento
- Latidos rápidos del corazón
- Temblores
- Sudoración
- Malestar estomacal o náuseas
- Dificultad para respirar
- Mareos o aturdimiento
- Sensación de que tu mente se quedó en blanco
- Tensión muscular
Evitación de situaciones sociales comunes
Las experiencias comunes y de todos los días que pueden ser difíciles de soportar cuando se padece un trastorno de ansiedad social son, por ejemplo:
- Interactuar con personas desconocidas o extraños.
- Asistir a fiestas o reuniones sociales.
- Ir al trabajo o a la escuela.
- Iniciar una conversación.
- Hacer contacto visual.
- Tener citas.
- Entrar a una habitación donde los demás ya estén sentados.
- Devolver artículos a una tienda.
- Comer frente a los demás.
- Usar un baño público.
Los síntomas del trastorno de ansiedad social pueden cambiar con el tiempo. Pueden exacerbarse ante exigencias o situaciones de estrés y aunque evitar situaciones que produzcan ansiedad puede hacer sentir mejor a una persona a corto plazo, es probable que la ansiedad continúe e, incluso, aumente si no se recibe tratamiento.
Causas
Como sucede con otros problemas de índole mental, el trastorno de ansiedad social probablemente surge de una interacción compleja de factores biológicos y ambientales. Entre las causas posibles se incluyen las siguientes:
- Atributos hereditarios. Los trastornos de ansiedad suelen ser hereditarios. Sin embargo, no está completamente claro hasta qué punto pueden deberse a la genética o a conductas adquiridas.
- Estructura del cerebro. Una estructura del cerebro llamada «núcleo amigdalino» puede influir en el control de la respuesta ante el miedo. Las personas que tienen un núcleo amigdalino hiperactivo pueden tener una respuesta exacerbada ante el miedo, lo cual causa un aumento de la ansiedad en situaciones sociales.
- El entorno. El trastorno de ansiedad social puede ser una conducta adquirida. Algunas personas pueden desarrollar este problema después de una situación social desagradable o incómoda. Además, puede existir una relación entre el trastorno de ansiedad social y los padres que modelaron un comportamiento ansioso en situaciones sociales y que son o fueron más controladores o protectores con sus hijos.
Factores de riesgo
- Antecedentes familiares. Si tus padres biológicos o hermanos tienen trastorno de ansiedad social, tienes más probabilidades de desarrollarlo.
- Experiencias negativas. Los niños que experimentan burlas, hostigamiento, rechazo, ridículo o humillación pueden ser más propensos a desarrollar trastorno de ansiedad social. Además, otros acontecimientos negativos de la vida, como los conflictos familiares, los traumas o los abusos, pueden estar asociados a este trastorno.
- Carácter. Los niños que son tímidos, retraídos, introvertidos o reservados al enfrentar situaciones o personas nuevas pueden tener un riesgo mayor.
- Nuevas exigencias sociales o laborales. Los síntomas del trastorno de ansiedad social suelen comenzar en la adolescencia, pero conocer a gente nueva, dar un discurso en público o hacer una presentación de trabajo importante puede desencadenar los síntomas por primera vez.
- Tener una apariencia o afección que llame la atención. Por ejemplo, la desfiguración facial, la tartamudez o los temblores debidos a la enfermedad de Parkinson pueden aumentar la sensación de inseguridad y provocar trastorno de ansiedad social en algunas personas.
Complicaciones
Si no se trata, el trastorno de ansiedad social puede controlar tu vida. La ansiedad puede interferir con el trabajo, la escuela, las relaciones o la capacidad para disfrutar la vida. Este trastorno puede provocar:
- Baja autoestima.
- Problemas para ser asertivo.
- Diálogo interno negativo.
- Hipersensibilidad a las críticas.
- Habilidades sociales deficientes.
- Aislamiento y relaciones sociales difíciles.
- Logros académicos y profesionales deficientes.
- Abuso de sustancias, por ejemplo, beber demasiado alcohol.
- Suicidio o intentos de suicidio.
Otros trastornos de ansiedad y algunos otros trastornos de salud mental, en particular el trastorno depresivo mayor y los problemas de abuso de sustancias, suelen acompañar al trastorno de ansiedad social.